Hoy tuve una conversación con un individuo que sufre al otro lado del mundo. Verdaderamente me sentí mal por él.
¿Cómo interpretamos lo que nos pasa? ¿Cómo nos expresamos cuando no nos van bien con las cosas? ¿Qué tipo de historias nos contamos? Eso es lo que nos hace sufrir…
Todos nos contamos alguna versión de estas tristes historias, ¿cierto? Y, en realidad, en algún nivel son reales y verdaderas.
Indudablemente hay verdadero dolor tras nuestras palabras. Dolor por la pérdida de relaciones, por la pérdida del amor, de la esperanza. Sentimos dolor por la pérdida de la seguridad, de la identidad, de la autoestima.
Volvemos nuestra atención hacia adentro; “¡Se trata de mí! De mi y de todo lo negativo que me ha pasado”. Se trata de mi propia carencia y la de los que me rodean.
Con eso en mente, ¿cómo no sufrir, verdad?
Sin embargo, estar dándole vueltas a todo lo negativo que nos sucede, rumiando sobre lo mismo, una y otra vez, sólo alimenta la fascinación que la mente tiene por sentirse víctima. Entonces nuestro sufrimiento se siente todavía más justificado y, entonces, sufrimos mucho más.
¿Cómo lograr salir de círculo de sufrimiento?
Si te reconoces en lo que has leído hasta ahora y si además estás leyendo este artículo, probablemente resuenes de alguna manera con temas espirituales. Y si es así, me imagino que has considerado que todo lo que pasa (todo lo que te sucede y te ha sucedido) ocurre por alguna razón, ¿cierto? Y qué si, todavía más allá, ¿todo pasa para algo?
Piensa cómo todo lo que te ha pasado, te ha vuelto más fuerte, más sabio, más compasivo, más hábil. Toda esa dificultad y lucha ha sido un gran fertilizante para eso en lo que te has convertido, y lo que hoy más valoras de ti mismo. ¿Qué gran cosa puede salir de todo esa mierda? Ya que, finalmente, todo estiércol es abono, ¿no es así?
Todo desafío, todo aquello que vives como un enorme reto, está ahí para ayudarte a aprender cómo transformar y hacer fertilizante de la situación. Es ese preciso aprendizaje el que te llevará a encontrarle sentido a tu vida—por lo menos ese ha sido mi caso y el de muchos otros a los que he apoyado.
Si piensas de una manera más concreta y estratégica, pregúntate: ¿Cómo podría ser de utilidad (no necesariamente de manera financiera) y contribuir con algo a alguien que está en una peor situación que tú? Una sonrisa podría ser suficiente, una palabra amable, una acción considerada. Te aseguro que, si te abres a apoyar a otro, a contribuir honestamente con tu tiempo, con tu atención o con tu amabilidad a alguien que esté en un lugar más oscuro que el tuyo, encontrarás una puerta a otro nivel de ti mismo. Un nivel incluso más ligero. Te sugiero tomar este pequeño paso.
La manera de mantenernos deprimidos es estar pensando tan sólo en nosotros mismos; yo, yo y luego yo… en nuestros dramas, nuestras carencias, injusticias que se nos hicieron, etc. (incluso cuando todo puede ser absolutamente cierto)
Te pregunto: ¿Haces alguna práctica silenciosa? ¿La meditación, la contemplación, la oración o cualquier práctica del estilo que te ayude a conectar con otros niveles de tu conciencia? Si es así, te recomiendo que en ese estado elevado, o incluso tan solo en un momento de honesto silencio contigo mismo, solicita ayuda, pide guía. Pregúntale a un nivel más alto de ti mismo —o a las potencias más elevadas con las que te puedas sentir cómodo— que te muestren el camino, que te enseñen o te manden a quién servir, alguna forma de contribuir. Luego ábrete a que las cosas te lleguen a su manera, porque te aseguro que ¡llegan!
Porque, ¿qué tal si todo ese sufrimiento que has tenido que pasar es precisamente el entrenamiento para el que viniste a la vida, y el gozo llega cuando uno decide aceptar la lección y graduarse? ¿Qué si toda esa lucha es, precisamente, la preparación para que seas capaz de ayudar a calmar la oscuridad de alguien más?
Imagina esto:
Estás en una terraza por encima de un acantilado frente al océano. El sol está a punto de ponerse. Los colores del cielo han empezado a cambiar y la brisa sopla fuerte. De repente te das cuenta de que ahí abajo, las olas están rompiendo contra la roca y arrastrando un montón de basura… ¡Eso es imperdonable!, te enfureces. Estás justificadamente indignado. Te concentras intensamente en toda aquella basura que quedó allí reunida en el acantilado por la barbarie, la estupidez y la inconsciencia de las personas que tiran su basura al océano… Y tienes ¡toda la razón! Ciertamente, es inaceptable que la gente tire sus bolsas vacías de papas fritas y sus latas de Coca-Cola al mar!!! … No puedes dejar de pensar en tantas otras groserías y maldiciones enfureciéndote aún más. Y ¡sabes que tienes razón! Es simplemente incorrecto y ¡eso es todo!
… Y para cuando levantas tu mirada hacia el horizonte, te das cuenta de que te has perdido la hermosa puesta de sol que tanto deseabas ver y estabas a punto de vivir.
O sea, amigo mío, elige a dónde pones tu atención. Escoge ¡con sabiduría! en qué te enfocas y el significado que le das a las cosas que te pasan. Eso será lo que determine tu experiencia y tu sentido de vida.
Debido a una enfermedad supuestamente �incurable� y ansiosa por encontrar lo que me pudiera ayudar, me enter� de la conexi�n cuerpo-mente. A trav�s de los a�os siguientes a aquel diagn�stico me he entrenado en muchos diferentes enfoques terap�uticos y curativos.
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